- Exposición: El sonido de las trincheras
- Tras la guerra
Les ennemis ont tout pris, Jusqu'à notre petit lit!
[Los enemigos se llevaron todo, ¡incluso nuestra diminuta cama!]
de Noël des enfants qui n’ont pas de maison de Debussy
La guerra desplazó a multitud de civiles en toda Europa. La imagen anterior presenta a refugiados belgas al inicio de la guerra, y muestra el tipo de escena que impulsó a Debussy a escribir su última obra vocal Noël des enfants qui n’ont pas de maison (Villancico para los niños que ya no tienen hogar). Debussy escribió la canción a finales de 1915, en la víspera de una operación de cáncer colorrectal.
La canción claramente contenía una gran indignación. En la época, a Debussy le preocupaba no solo su propia salud, sino también el destino de su propia familia que tenía que ir de un sitio a otro a causa de la guerra.
Debussy no sobrevivió a la guerra, ya que murió de cáncer en abril de 1918. Europeana tiene varias grabaciones de la canción —incluyendo la anterior, cantada por el barítono Charles Panzéra y dirigida por Piero Coppola— y un manuscrito autografiado de la canción a continuación.
Muchos soldados regresaron a casa con terribles heridas, neurosis de guerra o traumatizados por lo que habían presenciado. El pianista austriaco Paul Wittgenstein perdió el brazo derecho, pero estaba determinado a continuar su carrera como músico.
Wittgenstein encargó obras a compositores que pudieran tocarse en el piano únicamente con la mano izquierda. Un ejemplo de dichos encargos es este concierto de piano de Franz Schmidt.
Ravel también compuso un concierto para la mano izquierda de Wittgenstein, uno de los encargos más conocidos de Wittgenstein. Ravel, que sirvió en la guerra como conductor de camión, compuso Le Tombeau de Couperin como tributo a sus camaradas caídos. Aquí está vestido de uniforme en 1916.
Pero la música también fue importante para los soldados convalecientes que no eran músicos destacados. Se les colocaron prótesis para que pudieran tocar instrumentos, como se ilustra en esta imagen de un trío de músicos.
Los soldados que había perdido la vista seguían pudiendo tocar —o, de hecho, aprender a tocar— un instrumento. En la fotografía a continuación figura la mención «St. D’s, 26 de mayo de 1919» y fue tomada probablemente en St. Dunstans, Regents Park (Londres), que se convirtió en la asociación Blind Veterans UK. St. Dunstans impartía formación a veteranos ciegos, como taquigrafía y tocar instrumentos. A continuación figura una fotografía de seis hombres tocando banjos y mandolinas, acompañados de un hombre que toca la guitarra y una mujer que toca el piano (parece que ninguno de los dos es ciego)
Algunos soldados se quedaron ciegos durante la guerra a causa de las explosiones y los disparos. Mientras que los que fueron gaseados perdieron la vista paulatinamente. El capitán Ian Fraser, cegado por un tirador en Somme en el año 1916, llegó a ser presidente de St. Dunstans y se le ocurrió la idea de crear un libro que pudiera «hablar». Fraser colaboró con el Real Instituto Nacional de Personas Ciegas (RNIB) para desarrollar El libro parlante, que empezó originalmente como una forma de acercar la lectura a los soldados cegados durante la Primera Guerra Mundial.
Fraser llegó a ser parlamentario y, posteriormente, pasó a formar parte de la Cámara de los Lores del Reino Unido como miembro vitalicio.
Al grabar la palabra hablada a una velocidad inferior a la habitual de 78 revoluciones por minuto, resultaba posible grabar todo un libro en aproximadamente diez discos. Fue un revolucionario paso hacia delante para la tecnología de grabación; si bien, resulta complicado de valorar hoy en día, cuando un teléfono móvil puede almacenar cientos, si no miles, de libros parlantes.
La RNIB abrió su primer estudio de grabación en Londres en 1934. El Servicio de libros parlantes se convirtió en un recurso valioso y sigue utilizándose ampliamente hoy en día. Terminamos esta exposición con un vídeo de Pathé News, de 1945, en el que se muestra la grabación de un libro parlante.