- Exposición: Pintando vidas modernas
- Pintando lo cotidiano
Para mediados del siglo XIX, cada vez más artistas se cuestionaban la legitimidad del sistema académico y sus definiciones tan rígidas sobre qué temas y estilos eran aceptables. Muchos artistas desafiaron la convención académica pintando temas cotidianos y poniendo el énfasis en el realismo y naturalismo.
Hans Andersen Brendekilde (1857-1942) se crió y vivió a Fionia, la segunda isla más grande de Dinamarca. Pintó escenas de las vidas cotidianas de los pobres en áreas rurales. En sus trabajos más tempranos, como Agotado de 1889, Brendekilde utilizó el estilo realista social, representando la dura realidad de la vida del campo.
En Agotado, vemos cómo un agricultor anciano se desmorona, agotado por el trabajo, mientras una mujer arrodillada sobre él llora de angustia. El suelo con piedras y el paisaje árido sugieren un esfuerzo físico incesante. Agotado se expuso en la Exposición Universal de 1889 y también en la Exposición Universal de Chicago de 1893. Fue criticado por ciertos sectores de la prensa por ser melodramático y demasiado político.
La urbanización fue un aspecto importante de la Revolución Industrial, y la población migró rápidamente a las cada vez mayores ciudades en busca de trabajo. Su impacto en las normas sociales, y el desarrollo de la cultura urbana, fueron observados y pintados por una generación de artistas franceses alentados por el famoso ensayo Pintor de la vida moderna (1863) de Charles Baudelaire.
Édouard Manet (1832-1883) y artistas de su generación pintaron la vida parisina contemporánea: sus cafeterías, bulevares, jardines de recreo y vida nocturna. Un ejemplo típico es el cuadro En el café-concierto de Manet, en el Museo de Arte Walters de Baltimore, que el propio museo ha descrito de la manera siguiente: «En 1878-79, Manet pintó una serie de escenas en el Cabaret de Reichshoffen del bulevar Rochechouart, donde mujeres socialmente marginadas se mezclaban libremente con caballeros adinerados. Aquí, Manet captura los placeres caleidoscópicos de la vida nocturna parisina. Las figuras se agrupan en un pequeño espacio del lienzo, y cada una de ellas parece ignorar a las demás. Cuando se expuso en la galería La Vie Moderne en 1880, esta obra fue elogiada por algunos por su inquebrantable realismo y criticada por otros por su aparente tosquedad.»
Berthe Morisot con un ramo de violetas, 1872, se considera uno de los mejores retratos de Manet. Muestra a su cuñada, la artista Berthe Morisot, vestida de luto después de la muerte de su padre.
Paul Valéry elogió mucho este retrato en 1932 en su prólogo al catálogo de una retrospectiva de Manet que tuvo lugar en l’Orangerie: «Ninguna obra de Manet me parece mejor que el retrato de Berthe Morisot de 1872».
En Portugal, Columbano Bordalo Pinheiro (1857-1929), al que a menudo se le conoce como «Columbano», también se centró en pintar temas modernos. Durante su estancia en París en 1881, había admirado y estudiado la obra de Courbet, Manet y Degas. A Columbano se le conoce por sus retratos de la sociedad burguesa lisboeta. Fue miembro del Grupo do Leão (El grupo del león), un grupo de artistas, escritores e intelectuales que se reunía en un restaurante del centro de Lisboa para hablar de los problemas estéticos del momento.
El mayor lienzo de Columbano, Concierto de aficionados, se presentó en el Salón de París en 1882. En un primer plano vemos a la hermana de Columbano, Maria Augusta Bordalo Pinheiro, que también era artista, vestida con un llamativo vestido de seda en crema con tonos metalizados. También están en el concierto los pintores Adolfo Greno y, en el piano, Artur Loureiro. Las figuras, agrupadas y muy juntas, sugieren un sentido de complicidad musical.