En 1934, Louise Weiss se consagró a una nueva lucha: la campaña por la emancipación de las mujeres. Inspirándose en las actividades de las sufragistas británicas y estadounidenses, fundó la asociación La Femme nouvelle para luchar por el derecho de voto de las mujeres, y creó un centro para hacer campaña por la igualdad de los derechos civiles y políticos de franceses y francesas.
Aunque no le estaba permitido, se presentó como candidata en varias elecciones, como poderosa forma de reivindicación.
Tras un intento inicial de presentarse a las elecciones locales, se sumó a otras sufragistas en París en 1936 para hacer una campaña simbólica para las elecciones a la Asamblea Nacional de Francia. Se elaboró una tarjeta postal especial en la que se mostraba a Louise Weiss con su curriculum vitae detallado y se distribuyó por las calles.
Weiss también organizó una gira por Francia, intensificando las acciones y protestas para exigir el derecho a la emancipación femenina.
Pero la decepción no tardaría en aparecer de nuevo por el devenir de los acontecimientos en Europa: las mujeres francesas habrían de esperar hasta el final de la Segunda Guerra Mundial para obtener el derecho de voto en Francia y poder presentarse a las elecciones en las mismas condiciones que los hombres.
Weiss no tardaría en darse cuenta de que su lucha era necesaria en otros lugares de Europa. En 1938, consciente de que un nuevo conflicto era inevitable, Weiss participó en la labor del Comité Central para los Refugiados, creado por el Ministerio de Asuntos Exteriores, para gestionar la llegada masiva de familias judías que huían del nazismo. Posteriormente, trabajó con la Unión de Mujeres Francesas Condecoradas con la Legión de Honor, donde ayudó a dirigir un servicio civil femenino «para la defensa pasiva contra los ataques aéreos».
Con la llegada de la guerra, Weiss prosiguió una vez más su incansable lucha por ayudar a los demás. Participó como voluntaria en una misión a los Estados Unidos para conseguir medicamentos y alimentos esenciales para la Cruz Roja francesa. A su regreso a la Francia ocupada, aunque no pudo evitar que la Gestapo se incautara de su biblioteca y archivos personales, consiguió escapar a la persecución antisemita y se las ingenió para proteger a varios amigos de ser capturados.