- Exposición: Celebraciones en Europa
- Principios y finales
Desde los cumpleaños y las bodas hasta el primer día de trabajo: ¿qué mejor motivo para celebrar que el inicio de una nueva etapa? Muchas celebraciones estacionales marcan el comienzo de algo nuevo: principalmente, la llegada de esa mágica época del año en la que los días se alargan, la naturaleza despierta de su letargo y la llegada de la primavera alivia nuestro anhelo de luminosidad y calidez.
Los inicios de la primavera
En Rumanía, Albania, Bulgaria, Moldavia y Grecia, se hace honor a la calidez y la luz de la primavera durante Mărțișor («pequeño marzo»). El eje central de esta tradición centenaria es la martenitsa: un accesorio —generalmente un brazalete— creado a partir de dos hebras: el blanco representa la pureza y la sabiduría de los hombres, mientras que el rojo representa la vitalidad y la pasión de las mujeres.
La martenitsa se lleva desde el primer día de marzo hasta el último día del mes, salvo que el portador vea una cigüeña o una golondrina antes. Cuando se quita, se ata a un árbol o a una piedra. En este último caso, el animal que se encuentre cerca de la piedra al día siguiente representa el destino que correrá el dueño de la martenitsa: las larvas simbolizan el éxito, las hormigas presagian un arduo trabajo y las arañas son portadoras de la fatalidad.
## Pascua
El huevo es un símbolo de la primavera muy antiguo y extendido. A través de la asociación cristiana que se hace entre la nueva vida que emerge de un cascarón y la salida de Jesús de la tumba, el huevo se ha convertido en un símbolo de la Pascua. La costumbre de decorarlos se remonta al siglo XIII, cuando se prohibió comer huevos durante la Cuaresma. Como las gallinas seguían poniéndolos durante toda la Semana Santa, los huevos no utilizados se consideraban especiales y se adornaban con pintura (natural).
Si bien los huevos de chocolate se remontan a apenas 150 años, los huevos frescos siguen siendo esenciales durante la Pascua, a menudo con colores vivos y pinturas intrincadas, patrones creados con técnicas de batik o resistentes a la cera (la pysanka ucraniana), o apliques. Los huevos se suelen colocar en una cesta con paja a imagen y semejanza de un nido de pájaro, o se esconden en el exterior para que los niños los busquen. Otras tradiciones relacionadas con los huevos de Pascua son la bendición de las cestas en Polonia (Święconka) y el lanzamiento de huevos hasta que sobreviva el último ‘Pisanicaen Croacia.
MÁS INFORMACION:Galería de huevos de Pascua que ilustra las tradiciones de toda Europa
Śmigus-Dyngus («Lunes húmedo») es una costumbre polaca del lunes de Pascua que data del siglo XIV. Como símbolo de las lluvias primaverales que traen fertilidad y purificación, Śmigus-Dyngus consistía en que los chicos expresaran su interés romántico por las muchachas lanzándoles cubos de agua.
Si una chica no quería ser rociada, podía ganarse su escapatoria regalándole un huevo a su perseguidor. A pesar de sus orígenes precristianos, la Iglesia Católica relacionó la fiesta con el bautismo mediante el concepto de verter agua (bendita). Śmigus-Dyngus se sigue celebrando en Polonia actualmente, aunque a menor escala y más centrada en las visitas familiares, refiriéndose a los visitantes como «włóczebnicy» o «vagabundos».
Graduación
Las celebraciones estacionales suelen servir también para marcar los finales. Terminar los estudios y pasar a la siguiente etapa de la vida es un hito que merece la pena conmemorar. En Bélgica, es costumbre que los estudiantes de la escuela secundaria celebren sus últimos 100 días de escuela durante los ‘Honderd Dagen’ or Chrysostomos con actuaciones, pequeñas travesuras y bailes durante toda la noche. El equivalente polaco, studniówka, es un baile más formal parecido al baile de graduación estadounidense.
Rituales de duelo
Los ritos de transición por excelencia tienen relación con la última despedida a una persona. Si bien los principales elementos de los rituales de duelo son similares en todo el continente, en los que se suelen incluir la sobriedad, las vigilias y ciertos peinados o vestimentas, las costumbres específicas difieren bastante. Los dolientes cristianos, ortodoxos griegos y judíos se visten tradicionalmente con ropa formal negra, mientras que los budistas e hindúes usan trajes informales (los primeros en tonos oscuros y los segundos en blanco).
Si bien es costumbre que sea la familia y los amigos quienes lloren a los difuntos, en ocasiones se cuenta con profesionales del duelo como las «plañideras» de las poblaciones ortodoxas de Finlandia, Ingria y el noroeste de Rusia.
Las itkijät («plañideras») ayudan a consolar a las familias de luto y recitan lamentaciones con poesía evocadora, animando así a los dolientes a dejar fluir las lágrimas. Hoy en día, hay asociaciones dedicadas en Finlandia que mantienen viva esta tradición mediante cursos, talleres y conciertos de llanto.
Después de Halloween y el Día de Todos los Santos, el Día de Todos los Fieles Difuntos muchos países europeos conmemoran a sus difuntos. Se han documentado dichas prácticas desde tiempos precristianos, pero la festividad oficial del 2 de noviembre fue designada en el siglo XI por Odilo de Cluny.
No obstante, numerosas iglesias orientales recuerdan a los muertos a principios de año, antes de la Cuaresma, y el día anterior a Pentecostés.
El Día de Todos los Fieles Difuntos está dedicado a la oración y al recuerdo, suele celebrarse una misa de réquiem y una visita al cementerio con ofrendas de flores y velas, así como con reuniones familiares en las que se comparten los recuerdos con una comida casera.
Sin embargo, en Italia el Día de Todos los Fieles Difuntos es también el día en que los hombres que desean pedir matrimonio esconden un anillo de compromiso en un recipiente con galletas denominadas «fave dei morti» («dulces de los muertos»). Por su parte, en Sicilia la festividad se centra en consentir a los niños: estos dejan sus zapatos fuera con la esperanza de que se llenen de dulces y regalos