- Exposición: Art Nouveau
- Musas y misticismo
Introducción
La naturaleza erótica de numerosos trabajos pertenecientes al Art Nouveau fue un factor común en las artes decorativas, joyas, muebles, pinturas y material impreso a pequeña escala del momento. Pintores simbolistas como Otto Eckmann, de Alemania, y Gerhard Munthe y Frida Hansen, de Escandinavia, interpretaron y representaron sobre tapices el misticismo y los mundos oníricos, la fantasía y los cuentos tradicionales. Las mujeres eran personificaciones de pureza o de tentación. En el arte del cartelismo promovido por Jules Cheret, las mujeres eran representadas como criaturas despreocupadas y amantes de la diversión.
Musas
Loie Fuller (1862-1928), considerada por muchos la encarnación del Art Nouveau, debutó sobre los escenarios de París en 1892 en el Folies Bergères. Fuller, profesional de la danza libre, desarrolló una serie de números en los que giraba por los escenarios al ritmo de la música de Debussy, Chopin y Schubert, con una iluminación y unos efectos revolucionarios. Sarah Bernhardt (1844-1923) fue otro icono del Art Nouveau. La vida de esta actriz francesa de teatro y cine, que viajaba y actuaba por todo el mundo, fue tan dramática como su carrera de intérprete. Contrató a Alphonse Mucha durante varios años, al que encargaba joyas, vajillas e ilustraciones de artistas como Lalique. Bernhardt, un personaje clave de la época, apareció en muchos anuncios promocionando diferentes productos.
Formas femeninas
Alphonse Mucha (1860-1939) fue un pintor y artista decorativo checo procedente del sur de Moravia, una provincia eslava del Imperio austrohúngaro. Más tarde se trasladó a París, donde trabajó para el litógrafo Champenois. El trabajo de Mucha, un versátil diseñador de papel pintado, textiles, plata y joyas, es fácilmente reconocible y fue imitado en numerosas ocasiones, especialmente tras la publicación en 1902 de dos de sus volúmenes de diseños gráficos. Su primer encargo, un cartel para la actuación en 1894 de Sarah Bernhardt en Gismonda, supuso el principio de su éxito. Como a muchos artistas de este período, le atraía la teosofía y lo oculto. Cuando su popularidad empezó a decaer en 1910, Mucha volvió a Praga y se dedicó al Slav Epic, 20 grandes pinturas que representaban la historia checa y eslava.
Simbolismo y folclore
La fascinación con lo visionario y lo místico era el factor común entre artistas aparentemente dispares en su interpretación de un mundo interior. El simbolismo tenía sus raíces en la literatura y la poesía y, en torno a 1895, el escultor y artista gráfico belga Georges Minne (1866-1941) se convirtió, según la opinión internacional, en uno de sus protagonistas. Aunque su estilo sutil parecía opuesto a la ostentación del Art Nouveau, sus trabajos se vendían en la tienda La Maison Moderne, dirigida por su amigo Julius Meier-Graefe, el marchante y crítico de arte alemán fundador de la revista Pan (en Berlín) y Dekorative Kunst (en París). Minne era parte de un grupo artístico belga de Sint-Martens-Latem.